VALOR DE CAMBIO / ilegitimidad política de la Asamblea General de Madrid

(…) la opción que, en nombre de un supuesto civismo y responsabilidad, y que  tan «razonadamente» se propone aquí es la de la representatividad o, de nuevo, el hecho de delegar la política a los otros (ya sean los barrios, los extranjeros, los desahuciados, los parados…) ahora que habíamos incorporado al ritmo de nuestros días una verdadera pasión encarnada por la política. Pero hay que razonar con argumentos en torno a la impugnable lógica que se pretende capaz de preveer lo que sería bueno o no para lo que se llama aquí  inquietantemente «movimiento», teniendo siempre en cuenta, que lo ocurrido hasta hora no hubiera sido posible de preveer, de decidir, o planear. No será por lo tanto posible decidir o planear lo que ocurrirá si se desmonta la ciudad de Sol. Nuestro trabajo es el de organizar el pesimismo. Pero es difícil no temerse lo peor.

Nos preocupa que, aún disponiendo valiosísima información sobre el fracaso de todo intento revolucionario que acomoda sus sueños a la promesa de una forma emancipadora, todas las esperanzas reposen en la «eficacia» de un dispositivo. Esas son la preocupaciones del progreso. La arquitectura moderna, social, racionalista, puede dar buena cuenta de este fracaso. Esos barracones no van a ser más políticos o más eficaces sólo porque lo deseemos. Esos barracones, son ya, MERCANCÍA POLÍTICA, simple y llanamente valor de cambio en el mercado de la política representativa.

Mientras, en la Comisión de Comisiones, nuevo reducto del parlamentarismo populista y poder fáctico y gestor de la Asamblea General de Madrid, ya se hablaba de cómo hacer, mientras el moderador opinaba tras cada intervención, mientras se le negaba la voz a ciertas personas, mientras legal daba buena cuenta de los contactos con la policía, mientras los arquitectos hacían valer la pequeñez ecológica (y legal) de su proyecto de arte efímero llamado «la perrera», mientras se propagaba la idea de que en el campamento hay demasiados «antisistema», mientras se decía que había que echar a los yonkis y a los pobres, mientras se hacían loas a la comisión cuasipolicial de respeto, mientras se creaban ya fronteras en la plaza, identidades, gente con derecho al campamento y gente sin derecho, mientras se preparaban los consensos para que la asamblea general sólo tenga que «ratificarlos», mientras ocurría todo esto, en la asamblea general ya se planeaba la manera de volver a engañar a todos, como ya ocurriera el pasado 29 de Mayo. O al menos, dejarlos confundidos. Alardeando siempre de la supuesta horizontalidad y libertad en el trabajo asambleario, y siempre acordándose del respecto (reducido a una instancia tontorrona de las buenas maneras) se trató que todo razonamiento que se preguntara sobre el valor de cambio quedara fuera de ella. Se votó Sí o No a cambiar. Como si uno pudiera votar en una asamblea general. Y como si uno pudiera decir Sí o No a la vida. O a los colores. O a la noche. Que es tanto como no hacer nada. Mientras se advertía que en el caso de que consensuara sí, el «cómo» ya se vería…aunque ya se estaba viendo y ya se había visto al fin y al cabo en la comisión de comisiones y a tiempo real se advertía en las redes digitales que sol pasaría a ser un «punto de información». ¿Qué pasará con los que decidan quedarse? ¿qué pasará con aquellos que no entiendan que no hay «eficacia» política, sólo gestos, posiciones y quieran seguir durmiendo allí?  ¿Ayudarán a la policía, aunque sea permitiéndolo, a hacer su responsable trabajo de desalojar lo insalubre? La asamblea general y todos sus poderes fácticos desean derribar y lo harán al fin y al cabo estas casas viejas fabricadas con basura. Arquitectura aprendida de ese conocido por todos pueblo de pobres durmientes sobre cartón. Hay peligro. «No nos representa esta pobreza» dicen. Quizá estos pobres, por unos días, se sintieron libres e iguales entre nosotros. Y prefirieron acudir a la comisión de alimentación y no a los comedores sociales institucionales o religiosos….

Ahora volverán los «buenos consejos», las «buenas prácticas», la «responsabilidad» de la política y con ello, la «reestructuración» que igual se aplica en las empresas para justificar despidos que en «asambleas generales»….y con ello volverá a extenderse la manipulación, el sometimiento, la exclusión, la marginación…mientras, el Estado seguirá extendiendo su violencia y su coacción, su represión, su criminalización, medrando con sus agentes secretos desmoralizantes…

Qué a todos los que se le hinchaba el alma por estar haciendo historia, vuelvan a mirarse al espejo hoy y contemplen el rostro que se les queda al recordar que están haciendo marchar a los hombres y mujeres y niños otra vez a sus casas. Podrán claro, acudir a informarse,  en el nuevo punto de información-iglesia del movimiento en sol y celebrar los consensos mundiales y a escuchar lo que se dice en nombre de los otros…y también en nombre de los desposeídos a los que previamente ha habido que apartar para que esto sea realmente eficaz

Sentimos que lo empezábamos. Quizá también pasemos a la historia por ser los que comenzamos a acabarlo. Los barrios, y los grupos de trabajo, podrán volverse locos con sol. O ponerse a trabajar.

Esta asamblea general, que ha decidido que su mayor enemigo, por manchar su limpia lucha cívica, ciudadana y responsable, es el mayor de los desposeídos, el pobre, el hambriento, el enfermo, no merece nuestros respetos. Y tampoco tenemos motivos para pensar que el sistema que nos sustrajo todo, y que se empeñan una y otra vez en levantar en esta lucha, vaya a asegurarnos ahora la perdurabilidad de lo que llaman religiosamente «movimiento» si levantamos el espacio real y concreto que necesariamente requiere todo símbolo para mantenerse activo. Un símbolo implica una adhesión a la materia. En la lucha, no existen los problemas técnicos o prácticos. Todos los problemas son políticos.

Nos queda mandar un saludo a todas las asambleas y grupos creados, ánimo y adelante!

Soplaré y soplaré y tu casa derribaré…

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